Günther Kunert

A comienzos de los años 60, cuando vivía en Ginebra, me comentó Valente haber descubierto en el Times Literary Supplement los versos de un poeta con el que sentía tal afinidad que tenía la sensación de que aquellos versos suyos eran versos que él habría escrito de escribir en inglés. Intrigado y deseoso de conocer al poeta de primera mano, me hice enviar de Alemania un libro suyo, Erinnerung an einen Planeten, publicado por Carl Hanser Verlag en Munich, sin fecha, pero en todo caso poco después de 1963. El autor, Günther Kunert, nacido en Berlín en 1929, guiado por Brecht en sus primeros pasos, había empezado a publicar en 1950 y a la sazón vivía en el Berlín oriental. Traduje un par de poemas suyos de los que hoy exhumo el soneto que sigue.

La sombra

Contra el arco de un puente en Hiroshima
muestran que un hombre se dejó su sombra.
Quien proyectó esa sombra ya no está;
luego cayó, sabéis, la superbomba.

Y estalló. Y un calor de ondas solares
raudo lo evaporó sin darle tregua
para adioses a un mundo olvidadizo,
y de él quedó lo que estampó en la piedra.

Aquel desconocido nadie sabe quién fue,
pues en la misma hora de su muerte
murió de golpe la ciudad entera.

Para que no muramos como él,
nos avisa su sombra mudamente:
Somos la carne. El es la herida abierta.

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