Cuatro estaciones

En abono de mi idea de que es la poesía lírica el género literario que mejor salud acredita en la España actual viene ahora el libro Cuatro estaciones, de José Julio Cavanillas, aparecido en Adonais, de cuya supervivencia se ocupa el también poeta Carmelo Guillén Acosta. Las Cuatro Estaciones de Cavanillas son la obra de madurez de un poeta joven y hace pensar inevitablemente en los Cuatro cuartetos de T. S. Eliot, aunque sólo sea por el título. Ahí acaban las analogías, pues lo que en uno es una reflexión sobre una civilización en crisis, la de los alocados años 20 del siglo XX, en otro es un canto y una elegía de la condición humana a través de un microcosmos familiar, una meditación sobre el tiempo y el espacio en cada una de las estaciones del año. Véase una breve muestra:

Verano

Las olas salen de la noche, vienen
en un galope, con sus crines
de espuma más dichosa heraldos
de más luz plata y constante.
La orilla aguarda sólo una respuesta.
Se ofrece gris al iris de levante
como una viva perla
brotando de las aguas.
Aún no hay nombres que traigan
por esta espoleada claridad
las cosas a sus vidas y aquel blanco latir
del último lucero que sólo a Dios atiende.
Sólo un faro, de ronda por el mundo
alto en su rada última, sabe qué va a venir.

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