Tráfico de órganos

                                             

                                                          Serenidad
        Al inaugurarse el pantano de Bornos, entre las atracciones de que se le dotó hubo un vapor de ruedas como los del Misisipí y, para acentuar el color local, los promotores trataron de convencer a un pícaro de la zona, previamente embriagado, de que se disfrazara de pirata con pata de palo auténtica. “Total, para lo que te sirve a ti esa pata que tienes ahí… En cambio, fíjate lo de dinero que vas a ganar con una de palo en su lugar”. Ya estaba el hombre medio convencido, pero al ver el serrucho se le quitó la borrachera y se volvió atrás del trato. A mí Ibarreche y Zapatero me hacen pensar, no en dos señoritos gaditanos con ganas de guasa, sino en dos traficantes de órganos que le recomiendan serenidad y calma al paciente secuestrado al que le van a extirpar un riñón, explicándole que no se va a enterar siquiera y que además con un solo riñón puede seguir viviendo como antes. 

    Lleva mucho tiempo la clase política y periodística anestesiando a la nación para que no reaccione cuando le vayan a amputar esta o aquella región, es decir, para que “no se crispe” cuando sienta en su carne el bisturí separatista. Ojalá despierte pronto la paciente de su estado cataléptico y eche a puntapiés del quirófano a esos untuosos y amenazantes traficantes de órganos.   


N. B.   No le será difícil al que leyere actualizar este comentario sustituyendo "Ibarreche y Zapatero"  por otro par de nombres de los muchos que deben de zumbarle en los oídos.

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